jueves, 5 de diciembre de 2013

COMIDA RUSA EN BUENOS AIRES o donde brindar "Za zdorovie".


Mi experiencia me ha enseñado que los rusos siempre fueron una nación cerrada. Hasta hace un par de años se necesitaba una visa para viajar hasta allí, y muchas nacionalidades todavía la tienen que hacer. Para sacarle una sonrisa a un ruso hay que tomar vodka por lo menos una hora junto a él. Una vez yo pase por la Casa de Rusia y quería saludar a un amigo que trabaja allí. La recepcionista me dijo que no se lo podía llamar ni por un rato porque él no podía salir. Otra vez tuve la suerte de poder infiltrarme en la fiesta de la embajada rusa y nadie quería hablar conmigo. Todos me observaban con miradas KGBeanas, pero la comida fue exquisita. 
Les voy a contar donde pueden probar comida rusa en Buenos Aires sin tener que robar una invitación para la fiesta de la embajada. Los cuatro lugares están bastante escondidos, y no tienen sitios de internet actualizados. Faltaría tener que recitar el conjuro: "Casita Casita, da la espalda al bosque y voltéate hacia mí" como para entrar a la casa de la bruja Baba Yagá en las fábulas rusas.
Todos están ubicados en el barrio de Almagro - barrio ruso no oficial.

El más viejo y el más conocido es el "Ermak"

Billinghurst, 815 (y Lavalle), mar-dom 20.00 hasta el cierre, la cena es de 100 pesos por persona aprox., tel. 48 62 01 70



Ermak es el nombre del conquistador de la Siberia, un comandante cosaco y héroe ruso del siglo 16. El dueño, nacido en Siberia, conocido como Alex, vino a Argentina con su familia con la ola inmigratoria de la ex-unión soviética de la década pasada. Antes vivió muchos años en Jarkiv, Ucrania y termino el colegio de cocineros allí. A partir del año 2004 Ermak está conquistando los corazones de los amantes de la comida rusa.
Si tienen suerte podrán encontrar una celebración de cumpleaños/boda rusa con los brindis, ver una pelea rusa en la entrada o podrán tomar unas vodkas con el dueño.
Para probar les recomiendo las supremas ("A la Kiev" con manteca o "Del bosque" con hongos), los "Golubtsi" (hojas de repollo rellenas con carne picada y arroz), los "Sirniki" (panqueques de ricota con mermelada) para el postre y la vodka de la casa (preparada con frutos del bosque). No olviden pedir vodka gratis al final de la cena – un amable obsequio.
Ermak es perfecto para ir con los amigos, las mesas para 4 fácilmente se transforman en mesas para 8, la música pop-cumbia rusa no molesta al hablar, y la atmósfera de Rusia verdadera esta creada con diligencia y mucho cariño. Los cuadros de pintura rusa en las paredes y la colección  de gorros rusos en la barra te hacen olvidar que estas en Buenos Aires… con la ayuda de los tragos, obviamente.

A unas cuadras del primer lugar está ubicado el segundo - Rotisería Rusa.

Tucuman, 3839 (y Medrano), parece que está abierto todo el día, el plato es de 25 pesos aprox., tel. 48 61 76 22

No es un restaurante y no hay lugar para comer allí pero hay muchas cosas listas o casi listas para elegir. La dueña Olga es una mujer seria, característica muy común en Rusia. Cualquier día que yo pasaba por allí ella siempre estaba cocinando y peleando con su marido al mismo tiempo. Mejor si se va con cambio - si no ella podría rehusar de servirte. Pero si vas a impresionarla, por ejemplo, con tu ruso fluido, te podría regalar muchas cosas y hacerse amiga. Un amigo mío francés tuvo esa suerte. Para probar recomiendo los "Pelmeni" (ravioles rusos con dos tipos de carne), cosas saladas de su heladera, como los tomates o las berenjenas; ensaladas, sobre todo "Seliodka pod shuboi" (con un pescado parecido a sardinas) y productos de leche, por ejemplo su ricota casera. El lugar es chiquito y es fácil pasar sin notarlo. Nunca está abierto: hay que tocar el timbre y esperar mientras el perro ladra avisándole a su dueña.

A unos 10 minutos caminando se encuentra el lugar número tres - Marusia.

Sarmiento 3685 y Mario Bravo, mie-sab 18.00-00.00, la cena es de 100 pesos por persona aprox., tel. 48 62 72 72



Marusia es uno de los nombres diminutivos de María, y además contiene la palabra "Rusia". Este lugar nuevo fue creado por la rusa María, pero no tuvo tanto éxito y la dueña decidió alquilárselo a una pareja argentina que le dejo el nombre, la decoración de afuera y dos platos - "Borsch" (una sopa con remolacha y carne) y "Vareniki" (ravioles con papas y jamón). Los dos están buenos, no parecen muy caseros, pero tienen su encanto. Además hay pizzas cuadradas, empanadas y postres. Se organizan conciertos, normalmente los sábados, de jazz o de tango. De afuera se pueden ver mamushkas pintadas (o pegadas) en el vidrio y dentro no queda nada de Rusia, pero las pantallas de las lámparas, de diferentes colores, me hacen recordar a algún boliche del estilo underground en Moscú.


A unas diez cuadras, pasando Rivadavia está el lugar número cuatro - "El Molino Dorado" o como le llaman a veces - "Mamushka Porteñа"

Quito, 4100 (y 33 Orientales), lun 11.00-16.00, mar-sab 11.00-15.00, 20.00 al cierre, la cena es de 100 pesos aprox., tel. 35 28 89 40



En la casa de la esquina bien de barrio, detrás de las cortinas blancas soviéticas, hay otra familia rusa-ucraniana, también de Jarkiv, cocinando para muy poca gente a la vez - el lugar es del tamaño de un monoambiente. Irina cocina y su hijo Dmitri, con su esposa, la ayudan. Vinieron en los 90 y empezaron su propio negocio en el 2009. Nosotros reservamos la mesa pero llegamos 10 minutos tarde, y nuestra mesa quedo ocupada. Por suerte tuvimos que esperar poco para que otra quede libre. Mejor anda con tu pareja, así no ocupas mucho lugar. Además es bastante romántico. Uno puede sentirse como en la unión soviética - la tele muestra películas de los 70, de los parlantes se escucha música folclórica, sobre los muebles se encuentran adornos tradicionales rusos, las paredes están decoradas con postales, posters y diarios soviéticos, y una pared es completamente rojo-comunista. Para probar les recomiendo el "Shashlik" (brochettes de carne marinada), los "Pirozki" (empanadas rusas grandes con repollo o carne), y la carne de cerdo guisada con chucrut. La vodka casera tiene anís que le hace parecerse a sambuca o al rakia turco. Al final de la cena, si no son muchos, les pueden ofrecer un complemento - un helado con vodka, que es un poco raro, pero a caballo regalado, no le mires los dientes, como los rusos dicen también.